La semana pasado hemos tenido reunión del Consejo Municipal de la «Agenda Local 21», un órgano de participación en el que intervienen agentes y colectivos sociales que tiene que jugar un papel muy importante a la hora de definir la estrategia de mejora de la calidad ambiental en Valladolid. Hasta el momento, estos Consejos se limitaban a celebrar dos o tres reuniones plenarias al año en las que el Concejal responsable prácticamente se limitaba a dar información de lo que se estaba haciendo, sin abrir cauces estables para realizar y trabajar propuestas de los colectivos. Esa dinámica va a cambiar con la creación de cuatro grupos de trabajo estables, que estudiaran propuestas sobre residuos, acciones de mejora ambiental, consumo sostenible y recuperación paisajística.
Una pista interesante para saber en qué materias hay que trabajar más o de otra manera, nos la da la encuesta que periódicamente se realiza desde la Agenda Local 21. Se pregunta a una muestra representativa de más de 1.200 personas de nuestra ciudad sobre su percepción, valoración o experiencia en torno a diversas materias sociales y medioambientales. Más allá de aquello que siempre se lleva más titulares y es tan difícil valorar (¿consideramos que en Valladolid «se vive bien»?) destaco algunas de las cosas que me han parecido más relevantes de los resultados que presentamos en dicho Consejo:
- Aunque está mejorando, damos una valoración no muy alta a la calidad del agua, del aire, los ríos o sobre todo el ruido y el tráfico. Por el contrario, sí se damos al funcionamiento de los autobuses urbanos, la limpieza de calles, la recogida de residuos, o la seguridad ciudadana, aunque en algunos de estos casos está empeorando.
- En general, nos mostramos a gusto con nuestro barrio, nuestra vivienda y la relación con el vecindario, pero percibimos cada vez más que hay serios problemas para que en nuestro entorno se puedan ejercer de manera efectiva los derechos sociales, por dificultades para acceder a la vivienda, falta de oportunidades laborales, baja calidad del empleo o escasas vías de participación ciudadana.
- Valoramos bien los servicios municipales deportivos, educativos y culturales, pero muy mal los servicios sociales de todo tipo. Pero además, en perspectiva histórica, la valoración todos los servicios cae y muy especialmente para los servicios sociales.
- En lo relativo a la movilidad, no hay grandes cambios en la proporción de desplazamientos a pie, en bicicleta, autobús o vehículo privado. Pero, aunque lenta, la tendencia es a usar más el coche y desplazarse menos en autobús o andando. Parece que la evolución es la contraria a la que se ha pretendido, por lo que es necesario replantear el enfoque de las políticas públicas llevadas a cabo.
- Aunque valoramos bien la calidad de vida en Valladolid, hay cada vez más gente que cree que está empeorando, lo que seguramente tiene que ver con la preocupación mostrada en la encuesta por cuestiones como el paro juvenil, entre mayores de 40 años y mujeres, así como la pobreza en general. Todas las cuestiones de carácter social parecen haberse agravado.
- Además, la sensación que tenemos es que la atención pública a dichos problemas es muy poca. Y, lo que es aún muy preocupante, un sector considerable de la población considera que las personas inmigrantes o de minorías étnicas la tienen en mayor medida. Parece importante hacer una labor pedagógica para evitar que se produzcan brotes de xenofobia y racismo.
- Aunque separamos los residuos en un alto porcentaje, los hábitos no parecen evolucionar mucho, e incluso empeoran, y las personas jóvenes lo hacen en menor medida que las de más edad.
- La predisposición a comprometerse con medidas de mejora ambiental es reducida, salvo en lo relativo a ahorro de energía en casa. El resto tienen cada vez menos aceptación. Desciende el número de gente dispuesta a usar más el transporte público, recibir información medioambiental o participar en la recogida selectiva de residuos.
- Por último, en esta línea, una de las cosas que más me han preocupado. Ha habido un cambio drástico de opinión sobre la prioridad de la protección medioambiental. Si hace 10 o 12 años eran mayoría quienes la consideraban importante independientemente de sus costes, a día de hoy la inmensa mayoría considera que estos deben ser nulos o «aceptables». Por tanto, ha perdido puestos entre las prioridades ciudadanas de atención e inversión pública. Obviamente la crisis puede tener mucho que ver con esto, pero se comprueba que hay una carencia de educación ambiental que permita no desligar la preocupación por las cuestiones sociales de las ambientales.
Por tanto, saco varias conclusiones, así a vuelapluma y a la espera de analizarlas colectivamente en los grupos que se han creado y en otros organismos. En primer lugar, que los recortes de años anterior sí se están percibiendo y se tiene la sensación de contar con peores servicios municipales. En segundo lugar, que en movilidad las políticas no han sido suficientemente decididas como para dar resultados; hay que cambiar de enfoque para hacer fácil y cómodo dejar el coche en casa. Y en tercer lugar, hay una carencia importante de educación ambiental para mejorar en comportamiento individual y para situar al medio ambiente como una prioridad para el interés general. Porque es lógico que las cuestiones sociales sean las que más nos preocupen en este momento, pero sería una catástrofe que pensemos que la apuesta por el desarrollo sostenible se limita a lo ambiental y que es un capricho para las épocas de bonanza.
Hay mucho trabajo por delante. Seguimos.