Esta candidatura y este proyecto a mi entender tiene dos almas inseparables. La primera representa la esencia de la política municipal: la política de la cercanía, del trabajo pegado a la realidad del terreno, del análisis de los problemas que vivimos y de sus necesarias soluciones. Representa los años de resistencia pero también de construcción de alternativas que nos indican una hoja de ruta. La segunda alma corresponde al empuje y la frescura de quien no ha participado nunca en política, de quien recientemente ha derribado barreras entendiendo que los asuntos públicos son de todos y todas. Esta combinación, a mi entender es ganadora.
De hecho en mayo de 2013, en una rueda de prensa del grupo municipal de Izquierda Unida Valladolid – IU Valladolid? en la que hacíamos balance de los dos primeros años de mandato. Y en ella decíamos algo premonitorio, “Necesitamos poner al Ayuntamiento, como institución, al servicio de la mayoría. No son palabras vacías de contenido: hablamos de un reto concreto y factible que vemos, con más claridad que nunca, como una necesidad histórica. Izquierda Unida está en condiciones de formar parte de una alternativa ciudadana que pase la página de un gobierno municipal que se ha mostrado indiferente ante las necesidades sociales, insensible ante el tejido cultural y absolutamente opaco a las demandas ciudadanas”.
Pues bien, hoy esa alternativa ciudadana, esa suma, está aquí, es una realidad y se llama Valladolid Toma la Palabra. Y es un lujo formar parte de ella porque está siendo una experiencia maravillosa, con gente de muy distintas procedencias que compartimos trabajo, conocimientos y también muchas sonrisas e ilusiones, porqué no decirlo. Pero no nos vale con una experiencia grata; estamos aquí para tomar el rumbo de nuestras vidas y cambiar Valladolid. Y es que si la política y las instituciones no sirven para defender los intereses de la gente, ¿para qué sirven entonces? Demostremos que las competencias municipales nos dejan mucho margen para actuar: dando la vuelta al día a día actual que nos indica que hay mucha más sensatez en los bancos de cualquier plaza de la ciudad que en los despachos del equipo de gobierno.
Y lo vamos a conseguir, porque abogamos por un modelo muy definido y claro, algo necesario para gobernar. En la época de vacas gordas otras opciones han tenido fácil gobernar a golpe de inauguraciones pero ahora no pueden hacer la política que quieren pero tampoco quieren hacer la que deben. Por eso Valladolid Toma La Palabra debe garantizar la seguridad a las personas de que independientemente de cómo les vayan las cosas sus derechos no van a verse en peligro, dejando atrás el Valladolid del sálvase quien pueda. Debemos garantizar la estabilidad gestionando los escasos recursos públicos pero poniendo el acento en lo más necesario para la gente: el empleo y la acción social. Difundamos la idea del mejor estado del bienestar pensable, frente a quienes parecen conformarse con “el estado de bienestar que se pueda”. Una ciudad pensada en función de todos sus habitantes y no de una minoría. En ello hemos estado, estamos y estaremos, con las personas que pondrán cara al Valldolid del mañana.
Fotografía: R.Otazo, El Norte de Castilla